Hay ocasiones en que los viajes de trabajo nos llevan a la interpretación de la evolución del trabajo mismo, colaboramos con un buen amigo al realizar una clásica sesión fotográfica a una quinceañera en la Hacienda San Roque en Tepeyahualco Puebla, donde nosotros llevamos nuestra cámara de película y realizamos algunas tomas, no con la intención de ofrecerlas a la familia, sino como parte de nuestra búsqueda y experimentación personal y justo esto último es lo que nos lleva a la reflexión.
Aquellos años donde todo era realizado con película y químicos, las sesiones de foto eran lentas, requerían más tiempo de preparación, ya que simplemente no se podía solo llegar, tirar y retirarse, aquellos clásicos comentarios sobre: ver la luz, entenderla y controlarla por medio de la exposición, eran el pan de cada día, por ello las fotografías casi siempre se hacían en estudio, porque el fotógrafo en cuestión tenía controlado su ambiente casi al 100% y el margen de errores se reducía considerablemente.
Pero la forma de ver es la misma, la forma de buscar y capturar lo que se busca es la misma, solo el medio ha cambiado en su proceso final, pero no debemos temer al error o la falla de exposición en la película química, ya que justo ser consciente del error, es lo que nos hará corregirlo y entender mejor la exposición para entonces, lograr la imagen que buscábamos desde un principio, y entonces empezamos a disfrutar la fotografía química.